Comentario de Blanqui: Os podéis imaginar como terminó la historia. Cuando Paco y yo hicimos cumbre, la Guardia Civil estaba cerrando el puerto a los coches que no llevaban cadenas. Ellos nos informaron de que habían visto pasar con cuentagotas a cicloturistas hacía ya mucho rato. Después de tomar algo caliente en el mesón del puerto, nos lanzamos en dirección a León. A los pocos metros pinchazo nº 24. Con las manos temblorosas y tiritando de frío a duras penas conseguimos arregarlo, eso sí cada vez que dejábamos un desmontable en el suelo y lo queríamos volver a coger la nieve lo había cubierto y ya no lo encontrábamos más que a tientas (y no es broma), tan intensa era la ventisca. Cuando por fin pudimos volvernos a montar en las bicis, los piñones se habían helado y los trinquetes no agarraban(¡¡¡), así que no tuvimos más remedio que dejarnos caer hasta donde llegáramos. Por suerte pudimos llegar hasta Busdongo, en cuya estación nos esperaban el resto de los compañeros. Nunca olvidaremos al Jefe de Estación que nos acogió en su despacho, donde había una estufa de leña que nos devolvió a la vida. A mi me duró la bronquítis dos meses, y Paco estuvo con crisis de ansiedad dos años (esto si es broma). Con estas aventuras os podéis imaginar cómo se iban tejiendo las relaciones personales y como poco a poco el Club iba adquiriendo su propio carácter. O dicho de otra manera: "de aquellos polvos, estos lodos".